Cuando el verano cede su trono al otoño, la viña se viste de oro y carmesí, anunciando la llegada de la vendimia. Es en esta época mágica cuando Oñal cobra vida, un vino nacido del equilibrio entre fuerza y sutileza, tradición y modernidad.
El otoño es la estación de la transformación, el momento en que la naturaleza cierra un ciclo para dar paso a uno nuevo. En los viñedos de Oñal, cada vendimia es un ritual ancestral, una danza entre el tiempo y la tierra, la paciencia y la pasión.
Cuenta la leyenda que, cuando el otoño llega a La Rioja, tres duelos simbólicos se libran entre los guardianes de la cosecha. No son batallas de conquista, sino encuentros de equilibrio, donde cada fuerza encuentra su complemento perfecto. De esta armonía nacen los vinos de Oñal, cada uno reflejo de un duelo eterno entre naturaleza y carácter.